viernes, 7 de octubre de 2016

Pineda de Gigüela en la procesión con la Virgen del Rosario y Santa Ana por sus calles.




Mi última salida y por cierto, que me va a servir de reinicio del blog, ha sido a un pueblo de Cuenca, cerca de Naharros, apenas unos kilómetros de la citada y en una de las salidas de la Autovía, Pineda de Gigüela. Fue el domingo 2 de octubre de este 2016, por la mañana, en la celebración de la Virgen del Rosario.
Pertenezco al Grupo Voces y Esparto y aquí, tocamos y cantamos en la Misa Mayor, acompañándonos de los instrumentos propios de una rondalla, usando textos de la liturgia correspondiente, junto a músicas tradicionales de la provincia, rondas, trabajo, romances, seguidillas, fandangos, jotas..., dando a los asistentes la alegría y la religiosidad necesaria.
Acabada la ceremonia religiosa se inició la procesión con las imágenes de la Virgen del Rosario y también la de la patrona de la localidad, la Abuela Santa Ana por las calles.
Fue acompañada por los danzantes pertenecientes al Grupo Voces y Esparto que fue abriendo camino procesional, a la vez que en determinados espacios y en parada de la comitiva, fueron interpretando 'paloteos', muy aplaudidos siempre por los asistentes a la misma.
Ya a las puertas del templo parroquial se vistió 'La vara', y después de pasar las imágenes a la iglesia se entregó a los presentes la costumbrista 'caridad', panecillos anisados, y una deliciosa y fresca zurra a la limonada.
Luego sería el 'baile del vermut o del aperitivo' que dicen prepara el cuerpo para la comida en el que los dulzaineros del Grupo tuvieron su particular forma de  acompañamiento a la fiesta y a la alegría vecinal, interpretando sobre todo pasodobles, también cantos de juerga, valses y otras músicas.
Después llegaría el tiempo para degustar una gran paella realizada para todo el vecindario y presentes en la celebración, y también una caldereta sabrosa, regada con todo tipo de bebidas refrescantes. Tampoco faltaron los postres ni los detalles de la repostería local.
Por la tarde y después de la siesta se llevó la imagen de Santa Ana a su Ermita, igualmente con participación de los danzantes y los sonidos de las dulzainas del Grupo.
Vistosos trajes mostraron los danzantes, ocho en su totalidad, representativos de diferentes pueblos conquenses.
 

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